Friday, December 12, 2003

Algo viejo, pero me gusta.
Cielo amarillo, iluminado antes por un color verde del pasto reflejado en la otra cara del espejo. Espejo que hace parte de mi memoria y me refleja y rebota recuerdos pasados, presentes y futuros inciertos, sin más que hacer, ni más que decir.
La musicalidad de la lluvia retumba en mi oídos como una discusión entre dos músicos peleando por la música. Música infinita que mi alma solía oir y que ahora sólo observa.
Mi alma me mira sin verme y me oye sin escucharme. Me mata sin irse y me enolquece sin quedrase. Cuando menos lo pienso me encuentro sentada al lado de la vida, esperando alguna reacción por parte de ella y pensando que debe estar esperando
lo mismo de mi.
Un castillo se construye poquito a poquito, piedra por piedra. Un corazón se una mirada por mirada, palabra por palabra y luego, beso por beso.
Que presentimiento... antecedentes no musicales que ahora hacen parte de mi vida. Luego se une mi alma, pero niguna hace parte de la otra. Estamos juntas, pero no revueltas.
Entra alguien más a mi círculo y ahora es sólo cuestión de costumbre.
Una costrumbre inacostumbrada.
Una soledad acompañada.
Una vida sin alma y una muerte pensativa que sigue haciendo parte de mi rutina diaria y de mi inocencia perdida.
Perdida mi cabeza. Despegada y atropellada por las gotas de lluvia que no dejan de caer.
¿Cuántos pensamientos pueden cruzar por mi cabeza? Seguramente más de 6 y reuerdos... incontables.
¿Cuántas veces he de recordar las mismas cosas? Miles de veces... hasta que se me olviden para siempre porque a veces olvido cosas, pero no del todo, siguen ahí.
Hay recuerdos y lugares en los que no estoy, pero están ahí, sin mi. Existen, aunque yo no esté allí.
Guardo en el ropero de mi memoria los recuerdos recogidos con una cuchara de lata que usaba para llenar mi cabeza con palabras regadas con una salsita vieja en la que canta la muerte tocando congas y percusiones reunidas que suenan a vida, contradiciéndose a si misma y chocando como la luna y el sol, formando un eclipse temporal de música y disonancias.
El espejo de mi memoria me refleja a la vida cuando solía ser mía y el alma que viaja por el limbo de la soledad... cuando se está acompañado, pero uno se siente solo.
Acompañado por la soledad.
La vida es buena para el alma y vicseversa.
Somos parte del olvido....


Escribí esto el domingo 17 de agosto en una de esas tardes vacías y como se pueden dar cuenta, lluviosas y grises hasta el alma.
El escrito es un poco más largo, pero por razones que sólo mi subconciente conoce, no lo escribí completo. No me parecía correcto, por alguna razón que hasta yo misma desconozco... y ahora se me hace indiferente, por eso, hay tantos huecos y cosas que no cordinan entre si, pero ahí quedó escrito. :)
Es más, creo que ni yo misma cordino... jejejeje
Se nota ¿no?

0 Comments:

Post a Comment

<< Home