porque si algo se pierde,
algo se gana.
A mi no me importa que no quieras volver.
Si quieres te puedo abrir la puerta, y salir pero en destiempo tuyo para no encontrarnos de vez en cuando, que hace falta, y vagar de vez en cuando porque hace falta.
A mi no me importa que pretendas olvidar, yo también se perder, también se ganar.
Yo también sé andar por las calles vacías, sin esperar a nadie, sin esperar nada, solo con una sombrilla, escapando de los charcos aunque llegue dos horas después con los pies mojados en lluvia.
Yo también se dibujar la sonrisa que existe después de un libro, una mariposa de polvo con la sombra en la pared, un color de colores envuelto en perfume.
Pude ser la vìctima y llorar porque me hiciste y rosas blancas en agua roja, y pude ser la victimaria porque te escribí cartas sin mandar, sin dueño, sin dirección ni estampilla.
Yo también coleccioné fechas en un cajón, las guardé, luego, las quise perder, porque sin manos importaban nada.
También quise cocinar una receta perfecta de cocina impecable, de agua evaporada en silencio de querer, porque si no había de qué hablar, no perdíamos palabras.
Yo me desperté también de un sueño hecho pesadilla, hecho tristeza sin lágrimas, hecho voz con poder de herir hasta despierta, hasta en verdad.
Pero no importó realmente, yo ya tenía otro camino por andar, volteando a mirar, pensando en que me perseguía un fantasma diferente ya que nadie escoge sus traumas.
Yo escogí salir y entrar, escogí perder y ganar, escogí un color de colores para pintar de nuevo un lugar hacia donde ir, escogí una lluvia de otras miles para mojarme los pies, escogí la receta de agua con sal, de fechas sin postal, escogí reír y escogí llorar para abrirte la puerta, para que no quisieras volver, para que no pudieras volver.