Wednesday, January 21, 2004

La muerte pasó por mi puerta esta tarde y se enteró de que que a veces me aburre la vida. El viento se lo contó en el aire de sol de esta mañana y mi cabeza en el fondo sabía que ella se iba a enterar y , simplemente, decidió ignorarlo.
La muerte, sin embargo, entró a mi casa, y al verme quedó tan decepcionada de esa persona que creyó ser fuerte, que quiso marcharse sin voltear a mirar. No quería sentir esa esperanza que sentía yo con alguien, no quería sentir la misma decepción que yo sentía con alguien, no quería ver por mis ojos ni sentir con mi corazón.
No quería vivir en un mundo de mentiras, donde la única verdad que existe es que no hay tal cosa llamada "alma", y todo lo que alguna vez sentimos, es pura ilusión.
¿Quién lo creería? ¿Quién pensó que podía terminar así? ¿Tanta decepción es necesaria? ¿Tan impresionada tenía que quedar como para no querer volver?
Le dio pena verme con el corazón en la mano suplicándole ayuda a una persona. Le dio pena verme esperanzada por una amistad y por esa misma persona, de la cual, ni siquiera sabía yo qué era lo que estaba esperando, así que decidió irse.
¿Para qué volver al lugar donde no encontraría nada? ¿Para qué volver si todo podía empeorar? ¿Para qué volver si era casi seguro de que nada tuviera arreglo?
Las decepciones se perdonan, pero no se olvidan, de eso no hay duda y sin embargo, sigo esperando que se me olvide.
La muerte volverá otro día y con ella, el aburrimiento más grande en vida. Viajaré por los mundos que me intrigan y por fin veré el atardecer a su lado.

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