Saturday, May 01, 2004

De lo que tengo en la cabeza...

¿Cómo pensarlo? ¿Cómo sentirlo? ¿Cómo escucho y miro al mundo?
De vez en cuando el mundo me mira. De vez en cuando yo miro hacia adentro, pero desde fuera. Desempolvo los recuerdos, recuerdo los olvidos y por un instante se me olvida el mundo, porque simplemente te tengo tan dentro que de por sí, ya es imposible olvidarte.
Ahora, hay muchas cosas de la vida que no entiendo, empezando por la vida misma.
Cuando sin caerme, me caía, cuando empezando ya daba por terminado todo, cuando estaba adentro, pero yo me sentía afuera... cuando sin buscarme, terminaba encontrando todos los caminos para llegar hacia mí, y lo único que quería hacer era huir, evadirme, no mirarme al espejo, ni a los ojos porque pensaba que dentro de mí el alma estaría más gris que el paisaje de la ventana...
Empecé después a intentar disculparme por haberte echado la culpa por todo, cuando en realidad la única culpa que había en el aire era mía, y se hacía difícil respirar, el aire estaba pesado.
¿Qué tal si dejo de culparte por todo? ¿Qué tal si empiezo a pensar, decir y hacer lo mismo? ¿Qué tal si dejo los pretextos para mi próxima vida?

Es una leve sospecha de algo que yo ya tenía claro. Algo que con la luz de la luna se iba acercando y yendo al mismo tiempo. Un sentimiento tan grande que no cabe dentro de mí. No me cabe, no me cabe.
Es como una máscara tan bonita que es imposible quitársela, un atardecer tan bonito que da pesar que oscurezca, un paisaje tan perfecto que entristece no mirarlo, un aire tan liviano que es mortal no respirarlo, una desesperación culpada que me hace pedirte disculpas, un amor tan grande que a veces no lo entiendo, un simple pensamiento que se convierte en un escrito de lo que tengo en la cabeza.

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